Guardiola profana el Bernabéu y cita al Madrid con su historia REAL MADRID - MANCHESTER CITY (1-2)
Si hubiera
que escoger a alguien para citar al Madrid con su historia, pocos como Pep
Guardiola, uno de los anticristos del madridismo. El catalán lo hizo después de
rememorar uno de sus viejos pasos y grandes lecciones en el Bernabéu. Esta vez
sin Messi, sin prejuicios, con mil caras. Todo lo hizo bien el entrenador del
City, desde la elección de Gabriel Jesús para jugar sin un delantero centro
clásico, como en aquel primigenio 2-6, al cambio de Sterling, el descabello
final. Aciertos que se acumulaban frente a un Madrid aferrado a un delantero
imberbe, Vinicius, y que ahora sólo puede agarrarse a su historia, aunque sin
uno de sus mejores intérpretes, el expulsado Sergio Ramos. Ahora juegan las
emociones. [Narración y estadísticas: 1-2]
El Madrid
tuvo el arranque que se espera, el gol que no se espera y minutos para la
esperanza. Tan insuficiente como insuficiente pareció la presión de las manos
de Gabriel Jesús sobre Sergio Ramos en el tanto del empate, después de
adelantarse Isco. De ese modo lo estimó el árbitro. A partir de ahí, el
desastre para el Madrid en un partido muy poco blanco. La vuelta exige un
ejercicio heróico.
Vinicius
volvió a la viñeta, en un error ridículo en el área, es cierto, pero no había
otro camino que el surcado por el brasileño para encontrar el tesoro, como
sucedió con el gol del náufrago que encontró Isco. La realidad es, a su vez, la
contradicción del Madrid, con su gran patrimonio en la enfermería y en el
'green'. A Hazard se le espera como al amante en el andén. Nunca se sabe. De
Bale ya sólo se espera que tome el siguiente tren a un lugar por el que sienta
lo que jamás ha sentido por el Bernabéu: respeto.
Gabriel
Jesus celebra su gol al Real Madrid.
Gabriel
Jesus celebra su gol al Real Madrid.AFP
La elección
de ZZ en el primer round de la semana de pasión que se adelanta en el Bernabéu
dice mucho. Vinicius apareció en el campo, junto a Benzema, y Bale en el banco.
Sólo al final tuvo minutos desesperados. La misión de Vinicius era ofrecer
desequilibrio. El problema es que se trataba del único desequilibrio, ya que
sus compañeros no consiguieron ninguno pese al dominio con el que iniciaron el
choque. Frente a un City más calculador de lo habitual, que no regaló los
espacios y empezó posicionado para el contraataque, la coyuntura no era la más
favorable para que el joven brasileño activara su velocidad. Encontró por su
banda, además, al mejor de los defensas de Guardiola, Walker, rapidísimo en los
repliegues. En la banda opuesta habría tenido más oportunidades frente al
fallón Benjamin Mendy.
Zidane no se
apartó más de su línea argumental, marcada por el dominio de los
centrocampistas. La entrada de Valverde supuso el sacrificio de uno de los ases
del póker. Si en el Camp Nou le tocó el turno a Modric, esta vez el ausente fue
Kroos. El alemán había sido, sin embargo, uno de los futbolistas de mayor
continuidad en la temporada, con un rendimiento mucho más alto que el de la
anterior. No era difícil. El año pasado del Madrid fue como una visita al museo
de los horrores.
Era interesante
ver cómo este Madrid más combinativo iba a enfrentarse a quien más apología ha
hecho del centrocampismo. Bueno, las revelaciones de Quique Setién y trabajar
en la Premier de los sustos lo han dejado al segundo lugar. Guardiola respondió
a la pregunta. Empezó por el riesgo de dejarse dominar por el Madrid, que agotó
buena parte de sus fuerzas en la presión, para pasar a tomar el control del
balón en los estertores del primer tiempo. Hasta entonces, no tuvo pudor de
sacar el balón en largo, cosas que eran sacrilegio cuando visitaba Chamartín al
frente del Barcelona. Ahora es diferente. Es capaz de tener mil caras, como
demostró en el Bernabéu. Acabó el primer acto del partido dos puntos por detrás
de los madridistas en la posesión y cuando la consiguió, concedió al Madrid el
espacio que no había tenido. La naturaleza hizo el resto con Vinicius e Isco
como intérpretes de lo que el equipo blanco, sea con quien sea, hace como
nadie. Corre y mata. Es ADN. Pero, hoy, no mata como antes.
AGÜERO, SIN
MINUTOS
Guardiola
había decidido prescindir de su mejor cañón, Agüero. En su lugar, optó por
Gabriel Jesús. Acertó. Probablemente fue porque, además, quería la presión
sobre la salida de balón del Madrid, ofrecida por el brasileño, junto a
Bernardo Silva, un estajanovista, y De Bruyne, el Van Gogh del City. Cada
mirada suya con la pelota en los pies augura temblores. De la asociación con
Gabriel Jesús llegaron las mejores ocasiones visitantes. Courtois paró la
primera, a quemarropa. Mahrez tampoco acertó, después, y Casemiro sacó un balón
de veneno cuando el Madrid pedía el descanso. La reanudación no cambió el
decorado, lo contrario, con un mano a mano de Mahrez que Courtois sacó porque
cuando abre sus brazos es como un cóndor. El portero era el seguro blanco.
La resistencia
del Madrid le permitió una ocasión, porque le concedió espacios a la contra,
pero el City ya había catado las buenas sensaciones en el Bernabéu. Pasados los
minutos de la euforia del gol, en los que los hombres de ZZ aprovecharon el
viento de cola, el partido volvió adonde estaba y acabó de la peor forma
posible para el Madrid. Gabriel Jesús encontró finalmente la red ante un
Courtois y Sergio Ramos lentos, pese a la polémica, y Carvajal cometió penalti
sobre Sterling. De Bruyne no falló, pero sí lo hizo Varane para dejar al
capitán a la intemperie y evitar lo peor a costa de la expulsión y su baja en
la vuelta. Como decíamos, el Madrid necesita a la historia.